martes, 26 de febrero de 2008

Tico Centroamérica, mucho gusto.


Soy tico, orgullosos de la patria que me vio nacer. Orgullosos de Debravo, Carmen Lyra, Juan Rafael Mora, el tambito, Editus y Malpaís.

Pero prefiero llamarme Centroamericano. Por supuesto que llamarse tico, o nica, o chapín o catracho o cuscatleco te hace quedar bien en ciertos foros y ciertos países. Pero llamarse Centroamericano... ¡Eso si es un acto de valentía, el tipo de valentía que me gustaría incorporar a mi modus vivendi!

¡Cómo arden las distancias!. No hablo hoy de política, fronteras y regímenes aduaneros. Hablo de respeto entre hermanos.

Basta una tarde de internet para darse cuenta que en los foros centroamericanos pulula la xenofobia. El ciberespacio centroamericano te da la sensación de que el istmo es una región de odios.

Todos presumimos de nuestro país, y está bien. Es genial sentirse del terruño. Lo malo es insultar al vecino, creerse más que el hermano, abanderarnos a un ideal de patria pero separándonos de el ideal de humanidad.

¡Cómo arden las distancias y cómo sobran las excusas!

Tico malnacido, tico presumido, tico xenófobo, tico engreído que piensa que es europeo, tico engañado con eso de la suiza centroamericana, pobrecillo tico que se cree superior en el fútbol, tico mierda, como dicen los hermanos del norte...

O nica ladrón y parte del lumpen, catracho ignorante, guanaco alzado y engañado, chapín indio....

Hermanas, hermanos... ¡Yo soy Centroamericano! Indio es mi primer nombre. Orgullo se llama mi sangre. Vibro con la sangre derramada en todo el territorio. Me emociono con Monterroso y Darío, la tierra de Tikal y la magia de Atitlán bendicen mis sandalias. El golfo de Fonseca no abandona mis ojos y soy como los volcanes del cinturón de fuego. Cuando oro, digo cosas que se han repetido en esta tierra en más de 27 lenguas a lo largo de los siglos, y la misma plegaria se une en el no tiempo.

La masacre de la catedral no la viví... me la contaron. La toma del palacio de gobierno no la viví.. me la contaron. Pero quise entender, como entiendo que no soy una isla.

Los niños primogénitos abandonados por sus madres en las incursiones de las guerrillas y los ejércitos no fueron mis niños. Pero uno fue un maestro para mí.

Tenemos una raíz común y un suelo bendito. ¡Pocas cosas nos separan, y serían menos si primero recibiéramos del cielo el regalo de unos ojos fraternales!

Prefiero recordar las calles de Antigua que las sendas oscuras de los estereotipos. Prefiero la sonrisa de la abuela maya que el apretón de manos por política. Dejame disfrutarte, hermano mío, dejame aprender de vos y sentir orgullo de conocerte.

Quisiera escuchar en casa lo que se escucha allá lejos en la tierra natal del dólar, donde todos somos inmigrantes. "¿Centroamericano?¡Yo también!" y luego viene el abrazo, y después un

"¿De dónde?"

Dejame sentirme en casa al oírte hablar de tu Managua. Dejame llegar al hogar cuando me cuentes de tu Gran San Salvador, y quitarme los zapatos y descansar en la cama de recuerdos de tu Tegucigalpa del alma. Contame un cuento de cuna de tu ciudad de guatemala querida para soñar con ella. Si me dejás hacerlo, entonces serán míos también... y no habrá un tuyo y un mío, porque será todo nuestro.

Dejame asimilar tu historia, centroamérica, porque ningún país de los nuestros está excento de cometer los errores que otros han cometido. Dejame respirar tu gloria, Centroamérica, porque todos nos amamantamos de infinidad de formas de tus triunfos. Sin nuestros vecinos no seríamos lo que somos ahora, porque somos hermanos de leche.

Si nuestro hermanos e enferma, nosotros nos contagiamos porque vivimos en la misma casa.

Dame la mano cuando la pida, porque voy a pedirla tarde o temprano. Aquí no valen los orgullos. Somos hermanos, y si la pides, tendrás también mi mano, porque he decidido llamarme Centroamericano.

Y si me insultas es porque no sabes que te insultas. Y si te insulto, denoto mi completo desconocimiento de mis propios orígenes, y quien no sabe de dónde viene, no puede saber hacia dónde va. Insulta aquel a quienes las glorias de su presente y pasado no le bastan para volver cualquier comentario indiferente. Y si compartimos nuestras glorias, hermano centroamericano, ¡qué gran futuro y promesa enfrentaremos, lejos de las limitaciones del tercermundismo mental, y cerca del orgullo de sabernos capaces y luchadores!

¿Tico? Sí... Tico Centroamérica, mucho gusto. ¿Ves que compartimos un apellido?

Venga.. bienvenida la familia. Déjame abrazarte.... y perdóname.