lunes, 11 de diciembre de 2006

Putocracia

Me tocó nacer en un continente de hijos e hijas de puto.
Cientos de miles de machos que heredan de su ascendencia el gran vacío e inseguridad de su hombría, y que necesitan estar probando mujer tras mujer en búsqueda de ese fantasma materno que un día perdieron, por causa natural o por la natural causa: tuvieron que crecer. Y con el cuerpo, crecieron socialmente, aunque para los varones en esta sociedad nuestra, el ser terriblemente infantiles se nos es muchas veces permitido e incluso, hasta aplaudido y recompensado con ternura.
De hecho estamos tan acostumbrados a esto, que la simple mención de la frase nos da risa. ¿Alguien se sintió ofendido porque le dijeran hijo de puto?
“Aaaah si… mi padre era todo un espécimen, Era un caso perdido” dirá con los ojos llenos de nostalgia y una sonrisa pícara. ¿Sería lo mismo decirle que es su madre la que se metía con cualquiera? ¿Por qué no?
Porque simplemente, el ser puto, con y a pesar de sus implicaciones legales, es aceptado e impulsado desde México hasta donde se congela el mundo.
En esta cantera de hijos de puto hay casos excepcionales donde hay nietos, hijos y padres de otros putísimos seres, que andan plantando las semillas de la carencia afectiva y que dejan a su haber hijos e hijas como mojones que demarcan su territorio; hermanos y hermanas que tal vez no se lleguen nunca a conocer, muchas mujeres solas esperando que vuelva el puto a sacarlas de su desamparo, u otras mujeres a las que “se las llevó el puto” y soportan ahora "su carga y su cruz".
Obviamente también hay una buena dosis de hijos de puta, de entre los cuales quienes adquieren mayor notoriedad y atención por parte de los medios o de la comunidad, fueron generalmente paridos por mujeres abnegadas y sin mancha (al menos que conste en expedientes).
Pero es el soslayado y silencioso hijo de puto el que más me preocupa. ¿Será un experimento exitoso y logrará pasar las costumbres de su clan a las siguientes generaciones? Logrará traer al mundo a uno de esos tíos que son menores que su sobrinos? ¿O se inclinará por hacer lo contrario y porque a su hijo no le falte ese amor y esa presencia que a él le faltó?
¿Dónde se aprende a ser padre si no tenés el modelo en casa?
¿Hasta cuándo se seguirá en Latinoamérica arruinándole el amor a una mujer tras otra?
Algunos ejemplares recesivos siguen repitiendo patrones, marcando territorio, puteando.
Pero el hombre que se crió sin hombre, el hijo de puto moderno es como un espejo, comienza a tirarnos en cara varias verdades nuevas.
Las mujeres marcadas por un puto parieron y levantaron una generación de hombres encadenados y de mujeres que heredaron el miedo y el desprecio.
En este tiempo, el varón es el culpable de que nadie crea en nadie. Y la mujer es también culpable de perpetuar la desesperanza.

6 comentarios:

MORGANA dijo...

Muy bien definido, es lo que refleja la sociedad de este puto pais, que no entiende de fronteras, ni de idiomas.
Saludos.

alida dijo...

Que interesante
saludos desde mis uffsss

The Froggy dijo...

B R A V O.

Saludos!

Anónimo dijo...

La reflexión es buenísima.
No solo en América, aquí en Europa también ocurre que al puto se le perdona todo, hasta, como tu dices, se le aplaude y se le sonríe.
Conseguir la igualdad entre machos y hembras es una tarea que aún no ha terminado y muchas veces son las hembras las que provocan con su educación a los niños, esa postura. Educación, hermano, educación.
Buen fin de semana.

César González dijo...

Gracias a todos por sus comentarios motivantes. Feliz navidad, felices fiestas y seguimos en contacto.

Anónimo dijo...

Demasiado bueno..!! y te apoyo los hijo de puto es decendencia en muchos casos.... En realidad esta genial tu post....