viernes, 20 de marzo de 2009

La vida es como un viaje en bicicleta


Vos te montás en la bicicleta pensando en llegar a un lugar o a un punto. De camino , disfrutás el paisaje, si llueve, te mojás y no podés escapar de ello. Si hace sol, te quemás... lo único que podés hacer ante el clima es tomar una buena actitud y prepararte... ponerte bloqueador... llevar capa o simplemente disfrutar de la mojada y del fuerte sol, con pleno conocimiento de que después puede venir una gripe, u una quemadura.
Si vos vas en tu bici y te majás demasiado por llegar a un punto donde querás... y si ese punto está de subida... probablemente no llegués o llegués exhausto. Porque andando en bici, hay que saber manejar el esfuerzo. Pedalear duro de acuerdo a tus capacidades... conocer tus limitaciones y cambiar de marcha para facilitarte las cosas cuando sintás que los músculos o el aire no te dan más....
Pueden pasar otros ciclistas a tu lado y subir más rápido, pero si intentás alcanzarlos no siempre vas a poder hacerlo, porque andar en bicicleta es un viaje personal, en el cual cada quien toma decisiones respecto a su forma de conducir, de enfrentar las subidas y bajadas, de respirar, y de esforzarse y generar resistencia. No todos estamos igual de preparados para enfrentar las cuestas o ir rápido en las bajadas. Pero cada quien decide si disfruta intensamente de su viaje en bicicleta, de acuerdo a sus capacidades, o si se frustra comparándose con otros.
Sin embargo, por más personal que sea el viaje, siempre se disfruta más si lo compartís con amigos y gente querida.
Si por alguna circunstancia te encontrás una bajada, y podés descansar tus piernas y seguir avanzando, no te confiés... porque una curva en el camino, un obstáculo o arena en la calle pueden hacerte caer por exceso de confianza. Pero si te caés, tomate un tiempo para que el dolor de la caída se sienta y pase... para que se te quite el susto, para recuperarte. Atie4nde tus heridas, controlá el sangrado, si es necesario, pide ayuda... y cuando todo pase montante de nuevo en la vida, montate de nuevo en la bicicleta.
Hay gente que se lastima tanto en la caída que no se vuelve a subir en la bici y nunca llega a su meta, o nunca vuelve a casa por miedo de caerse, aunque sus heridas cicatricen. Van por ahí arrastrando su bicicleta, y aquello que antes era una manera más sencilla de desplazarse ahora se vuelve una pesada carga que quieren dejar a un lado.
Los miedos te quitan el gozo de andar en bicicleta, que no es otra cosa que respirar, ver más del mundo, y sentir intensamente.
Aprendé a escuchar los consejos de otros ciclistas más experimentados. Ellos querrán que lleves casco, chaleco protector, un kit de reparación de llantas, un inflador, suficiente líquido, un neumático extra y reflectores. Algunos hasta dirán que un botiquín. Tal vez vos pensarás que todo eso es innecesario, que son puras ganas de meterse en tu viaje, y que un morral cargado con cosas solamente te estorbará de camino. Que el casco estorba y te hace sudar más, y que sos lo suficientemente cuidadoso como para prescindir de él. Pero nunca se aprecia más un consejo de un ciclista experimentado, que cuando por el camino, se te poncha una llanta.
Si escogiste bien a quienes te acompañan en el viaje, podés compartir con ellos la carga adicional. Te sorprenderás cuando ellos lleguen a ayudarte, detengan su viaje, intenten arreglar tu neumático y te ayuden a volver a la carretera. Si escogiste mal a tus compañeros, vas a tener que improvisar. Y si decidiste ir solo, todo será menos placentero y más lento. Por eso, escoge bien lo que creas necesario. No viajes tan cargado por la cautela que tu morral no te deje subir las cuestas. No viajes tan liviano como para no estar listo para imprevistos.
Ah, y de paso... si pensás que sos lo suficientemente precavido como para prescindir del casco, en realidad no sos nada precavido. Siempre hay que mantener la cabeza a salvo y en su lugar, porque las emociones pueden hacerte perder el equilibrio y caer. Usa algo que amortigue tu caída y proteja tus ideas, tus creencias, tu lógica, tu vida. Usa casco.
Así que prepárate, adquiere en el camino lo que te falte, descansa si es necesario, desacelera.... pero sobre todo, no dejes de ver el mundo, de sentir el viento. Podés escuger ir por carretera, o podés escoger tomar riesgos e irte por un sendero por la montaña, o un atajo entre potreros... pero escogé aquel camino en el cual tu corazón te dicte que vas a estar más feliz. Al fin y al cabo el viaje tendrá un final en el cual habrá una pausa...y en ella recordarás lo trágico de tu viaje, o lo fantástico que fue. Ojalá que cuando cuentes tu viaje en otra realidad, podás enseñar con orgullo esas cicatrices que te tatuaron la experiencia en tu ser.

4 comentarios:

César B. dijo...

Excelente analogía, nunca se me había ocurrido pero la bicicleta es una buena manera de describir nuestro viaje por la vida.

Saludos Toca

Azopfeiffer dijo...

Yo creo que lo más curioso de esta historia para mi experiencia es que yo, efectivamente nunca aprendi a andar en bici, auún no lo se.

Anónimo dijo...

A punta de chichotas...no importa, pero no hay mayor satisfacción que saber que se ha luchado por aprender...

Te quiero en PUTA mi amigo del alma.

César B. dijo...

Azofeifa te perdiste de una de las grandes cosas de la infancia, como cuando volás un papalote, aprendés a nadar o te tirás en una precaria cuerda sobre un río sin pensar en el riesgo.