viernes, 11 de agosto de 2006

El diablo baila salsa...

Me levanté un sábado en la mañana en mi antigua habitación de infancia, ya que estaba visitando la casa de mi madre. Desperté algo atontado, precisamente porque alguien tocaba con insistencia el portón, y ni modo, siendo yo el único que permanecía dormido a esa hora (todos se ocupaban en alguna tarea), me tocó bajar las gradas y atender.
Abrí la puerta principal, y enamorado de la vida, estiré los brazos, respiré hondo el aire limpio de la mañana… una… dos … tres veces. Desperezándome salí de la casa, y descubrí un cielo azul esperanza. Disfruté a cada paso el pequeño jardín, mientras me acercaba a aquel hombre desconocido y encorbatado que esperaba detrás del portón, con un sospechoso maletín de esos que te anuncian que no vas a poder desayunar a tiempo con tu familia, o que se te vas a perder el mejor gol del partido mientras escuchas sin atención y esperas algún dichoso folletito que ponga fin a tus miserias, claro, con la inexorable colaboración voluntaria.
Pero no importa… era sábado y el descanso había sido provechoso. Pero de repente, de un solo zopetón el tipo trajeado saca de su maletín de pandora una revista con una portada atemorizante: El fin del mundo viene. Además, la fotografía es un dedo que me señala amenazante, y debajo del mismo se lee la leyenda ¿Dónde vas a estar?
El tipo se presenta y comienza a darme “la buena nueva” del fin del mundo, mientras me explica rápidamente el contenido del panfleto.
Y yo como tarado.
- “Lo que está pasando en el mundo evidencia que ya se acerca el final de los días”, me decía él.
- “La verdad es que lo que está pasando con el país podría ser una señal de algo” me decía yo.
Y él: “usted lo ve acá mismo en su barrio, en su provincia. No hay palabras para describir toda esta corrupción y todo este escándalo”
Y yo: “El país… Caja del seguro… pensiones… financiamientos de campaña… inversiones, perversiones, deserciones…Póngale la firma, si se anima”
Y el tipo: “¡Satanás es el que nombra todas estas desgracias!”
Y mi mama: “¡Ya están los gallos de chorizo …”
Fiel creyente de las señales divinas, terminé de escuchar, compré un poco de tranquilidad por doscientos colones, subí las gradas y cerré la puerta, con el lomo erizado.
Costa Rica comenzó a darme vueltas en la cabeza.
- “¿Será cierto?”
Y después fue toda latinoamérica, y ahí si me dio un mareo, y las plantas del jardín estaban como muriéndose, el aire me olía como a azufre y el cielo era un enorme y solitario descampado. Satanás es el que nombra las desgracias… ¡que diccionario enciclopédico ha de tener el pobre, con ilustraciones y fotos por región!
Contradiciendo a Hollywood, el día después de mañana resultó ser el lunes, y la única helada que hubo fue la de mis huesos, cuando llegué al trabajo y en un arranque de ironía busqué en internet el diccionario del diablo. Obtuve respuestas.
Ambrose Bierce fue un ingenioso escritor oriundo de Estados Unidos, y nacido en 1842. Bierce publicaba textos humedecidos de sátira, cinismo y falta de fe en el género humano.
En 1881 inicia “El diccionario del Diablo”, en donde utiliza todo su talento y su sarcasmo, llegando al punto en que se convierte en humor.
Ese mismo lunes, conseguí el escrito y en la noche me puse a leer. Transcribo, no de manera íntegra, algunas definiciones:

Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero

Candidato, s. Caballero modesto que renuncia a la distinción de la vida privada y busca afanosamente la honorable oscuridad de la función pública.

Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.

Delegado, s. Pariente de un funcionario.

Economía, s. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.

Respetabilidad, s. Fruto amoroso de una calva y una cuenta bancaria

El diccionario seguía y seguía, y no podía hacer otra cosa más que asentir con la cabeza y tragar grueso. “El diablo nombra todas las desgracias”… pues me late que el diablo es tico. O argentino, o venezolano.
Me lo imagino malicioso, fiestero y bebedor, bailarín, quejumbroso, esquivo, altanero y comelón. Hasta hablando en español me lo imagino…. ¡Que vaina, que diablo más latinoamericano nos fueron a vender a través de estereotipos!
Así las cosas, me puse a meditar, y decidí que el domingo iría a la iglesia, con algo de Ambrose Bierce bajo el brazo y como quien no quiere la cosa, a confesarme.
Sólo por si acaso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Je je je je je, genial Toca...